Las barreras que encontré en el sistema y la desconexión con los ciclos propios de nuestra naturaleza, me llevarón a desconectarme yo misma de las necesidades de cuidado de mi cuerpo, mente y espíritu por lo que mi salud, especialmente la femenina empezó a resentirse: endometriosis, problemas digestivos, amenorrea hipotalámica, sensibilización central... El cuerpo grita lo que la mente calla.

Descubrí la medicina integrativa, empecé a cuidar mi cuerpo, mis emociones, reconecté con un ritmo de vida en coherencia con mis necesidades, respetando mis ciclos como mujer y ahondé en la importancia de la regulación del sistema nervioso, la reprogramación de creencias, la conexión espiritual, hasta reconectarme con mi misión en la vida, acompañar a las mujeres en su ciclo vital y especialmente en lo que concierne a la salud femenina, la fertilidad, embarazo, nacimiento, maternidad, para vivirlos en coherencia con la naturaleza, reconectando con la sabiduría que habita en nuestro interior.

El yoga fue mi balsa de salvación durante todo este tiempo, me permitió bajar a tierra e integrar todos estos aprendizajes no solo a nivel mental, sino en mi cuerpo y a nivel energético. Es ahí donde descubrí qué podría ofrecer a las mujeres: un espacio de escucha y regulación donde vuelco todo lo que he aprendido en este camino, más todo mi conocimiento como matrona y profesora de yoga especializada en la salud de la mujer.